miércoles, abril 07, 2004

QUINTO DÍA

El día que amaneción lo hizo, con el viaje a algo que no tiene nada que ver con Tokyo. Donde en Tokyo no hay un kilómetro sin edificios, calles, trenes, etc... En Shizuoka hay bosques interminables, montañas que se extieneden hasta donde llega la vista, estrechas carreteras que serpentean por la montaña, naturaleza en estado puro...

Tomamos el Shinkansen desde la estación de Shinagawa, y vamos raudos en algo más de 1 hora hasta Shizuoka, donde nos espera la familia Nakano. Y desde allí vamos hasta Shimizu donde vamos a degustar el Sushi más fresco y sabroso que hemos comido en la vida.

Después visitamos las instalacione sy la tienda de un equipo de fútbol de Shimizu con bastantes buenos resultados en la Primera Divisón de la Liga Japonesa (J-LEAGUE). Desede Allí viajamos a la península de Izu, un pequeño cuerno que le sale a Japón a la altura de la provincia de Shizuoka, y vamos al pueblo de Kawane, en la Shizukoa profunda. Pues seguimos visitando la Zona de Izu, visitamos los interminables campos de Té, y observamos el entorno tan sano. Así poco después cuando ya la noche asoma, vamos a la Cabaña, que nos tiene preparado la familia Nakano. Nada más llegar encunatro a una niña que no para de correr, parece muy espabilada, y y es muy mona. Después más tímida y más preciosa todavía llega Miho, lo pasamos muy bien, en Salamanca cuando su familia tuvo una exposición y un taller de tinta china, en El Centro Hispano Japonés.

Hablamos mucho rato Miho y yo, y también con la pequeña Misaki, practicamos el hiragana y el katakana. La niña no para quieta, poco a poco vamos preparadon todo para hacer la cena, y hablamos entre todos.

Así cenamos, en una ambiénte muy cálido, y amistoso, con el señor Yajima y Chika, interpretando una función de Kabuki, y después metiéndonos todos en el "ofuro" de agua natural de las profundidades volcánicas. Para mi gusto salía ardiendo, y solo metí las piernas, a pesar de las presiones de todos los demás compañeros, de viaje para que me metiera entero, pero como tampoco sentía la necesidad de hacerlo pues pasé.

Lo que pasó es que las botellas de Sake empezarona rular por todas partes, y llegó un momento en que se perdió la cuenta de la cantidad de botellas que llevábamos. Poco más por esa noche, fuimos con la familia hasta un "7 Eleven", para comprar el desayuno, y aproveché para llamar a casa y decir que todo estaba bien.

Vuelta a la Cabaña, al Ofuro y a dormir...